Foto Por Getty Images/SDI Productions
“Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”.
Las poderosas palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo forman la base de la lista tradicional de las obras de misericordia. Cuando se trata de satisfacer las necesidades físicas, el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica enumera las siguientes acciones como obras corporales de misericordia:
- Dar de comer al hambriento
- Dar de beber al sediento
- Vestir al desnudo
- Dar posada al peregrino
- Visitar y cuidar a los enfermos
- Redimir al cautivo
- Enterrar a los muertos
¿Cómo pueden las familias vivir esto? Especialmente con niños pequeños, el trabajo caritativo puede ser desalentador, pero no imposible. Las obras de misericordia serán diferentes para cada familia ¡y se pueden practicar muy fielmente cuando se trata de cuidar a los niños! Sin embargo, si desea introducir a sus hijos en actos de caridad fuera del hogar, tal vez estas ideas puedan ser un suave empujón para salir como Iglesia doméstica e ir al encuentro de los necesitados.
Visitar y cuidar a los enfermos
Los padres conocen la punzada de impotencia que supone el cuidado de niños enfermos: atenderlos, limpiarlos, ofrecer oraciones en la mitad de la noche. Ya sea que se practique en nuestros propios hogares o en otros lugares, visitar a los enfermos es una obra de misericordia que nos invita a llevar la compasión de Jesús a ese lugar de desamparo y vulnerabilidad. Los tiempos de enfermedad pueden venir fácilmente con la desesperación: ¿Cómo nuestra presencia puede ser un signo de esperanza?
Ideas para familias
Este Adviento, involucre a sus hijos para crear tarjetas navideñas hechas a mano para las personas de su comunidad que estén confinadas en casa; pregunte en la oficina de su parroquia si pueden ayudarlo a hacer llegar las tarjetas a los feligreses que las apreciarían. También puede comunicarse con casas de retiro. Reserve una noche de Adviento para guardar las pantallas y sacar los materiales de arte en su lugar.
Siempre que sea posible, las visitas en persona son insustituibles. Busque oportunidades en hogares locales para personas mayores. Esto puede ser tan sencillo como una tarde jugando juegos de mesa con los residentes, o tan planificado como reunir a un par de familias para cantar villancicos navideños.
A través de su parroquia o red de amigos y familiares, trate de estar al tanto de las necesidades de las madres embarazadas en su comunidad. Las mujeres en reposo o que sufren los síntomas debilitantes del embarazo pueden apreciar que se les ofrezca comida, que cuiden a los niños, que les ayuden con las tareas del hogar o simplemente pasar tiempo con un amigo dispuesto a acudir a ellas. Lea la historia de la Visitación de María a Isabel, su prima embarazada, en el primer capítulo de Lucas, y discuta cómo su familia puede llevar el gozo y la esperanza de Cristo a alguien que está embarazada.
Apoye a las familias con parientes hospitalizados y asegúrese de que no les falte comida (ya sea para ellos mientras están en el hospital o para otros niños en casa) o si necesitan ayuda con los miembros de la familia en casa. Muchos hospitales tienen casas Ronald McDonald o alojamientos similares disponibles para los padres o familiares, y sus solicitudes a menudo varían desde la donación de tarjetas de regalo para restaurantes hasta voluntarios que puedan entregar comidas caseras para los huéspedes.
Discierna si su familia está llamada a un compromiso regular de visitar a alguien que necesita compañía. Pregúntele a su agencia local de Caridades Católicas si su familia sería una buena opción para las visitas domiciliarias. Acompañado de sus hijos, asegúrese de comunicarse regularmente con un vecino anciano o un miembro de su parroquia que no puede salir de casa. Tal vez se trate de llevar un almuerzo sencillo para compartir o saber qué alimentos podrían necesitar para abastecerse a mitad de semana.
La Visitación de María a Isabel es el escenario del Magníficat, su hermosa oración que glorifica a Dios por sus obras poderosas. Las maravillas del Señor y su presencia salvadora van de la mano de las más humildes visitas y obras de misericordia. Esta temporada santa, esté abierto a las formas en que su familia puede vivir este misterio en su vida diaria.
Elizabeth Hansen y su esposo, Luke, crían a sus cuatro hijos en Lansing, donde asisten a la parroquia de Resurrection.