Amar el corazón de Jesús en la Eucaristía

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El corazón de Cristo arde de amor por nosotros. Vemos este amor en las Escrituras: movido por la compasión, Cristo alimenta a la multitud hambrienta en su viaje; sana a los enfermos, perdona los pecados, resucita a los muertos y realiza el acto supremo de amor al morir por nosotros. En nuestras propias vidas, meditamos sobre el amor de Cristo: desde toda la eternidad nos conoce y nos ama; pensó personalmente en nosotros y obtuvo todas las gracias que necesitamos durante su pasión; nos colma de bendiciones; se compadece de nuestras debilidades; permanece con nosotros y se entrega totalmente a nosotros en la Eucaristía.

En junio, la Iglesia celebra dos solemnidades para meditar sobre el amor de Cristo: el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Corpus Christi) y el Sagrado Corazón de Jesús. Esta última se celebra el viernes después del Corpus Christi. ¿Por qué?

En 1675, Cristo se apareció a Santa Margarita María Alacoque, una monja francesa. Sosteniendo un corazón envuelto en llamas, Cristo proclamó: “Contempla mi corazón que tanto ha amado a los hombres”. Pidió que se difundiera la devoción a su Sagrado Corazón, especialmente celebrándolo con una fiesta especial.

La devoción al Sagrado Corazón y la devoción eucarística son inseparables. En la Última Cena, Cristo revela que la Eucaristía proviene de su corazón. Comparte con sus apóstoles su deseo de comer la Pascua con ellos (cf. Lc 22,15) y reza para que seamos uno con él (Cf. Jn 17,21). Cristo cumple estos deseos instituyendo la Eucaristía, en la que se entrega a nosotros: nos da su corazón. Esta es la esencia del amor: entregarse al otro.

Por lo tanto, la Eucaristía es la realidad visible del amor de Jesús. Hace presente el acto de amor de Cristo: es el cuerpo y sangre de Cristo entregados por nosotros; es la forma en que Cristo cumple su promesa de permanecer con nosotros. Es el Amor mismo. No es de extrañar, pues, que la Iglesia llame a la Eucaristía el sacramento de la caridad, ya que brota del corazón de Dios.

Jesús le recordó a Santa Margarita María que su corazón “nada ha escatimado hasta agotarse y consumirse” para mostrar su amor por nosotros. Pero, ¿cómo se devuelve este amor? Aunque la única forma adecuada de devolverlo es con amor, adoración y gratitud, Jesús expresó su dolor porque a menudo esa no es la respuesta que recibe. Muchos, dijo, se encuentran con él en el Santísimo Sacramento con ingratitud, irreverencia, sacrilegio, “frialdad y desprecio”. Por eso Cristo pidió a la Iglesia que celebrara su Sagrado Corazón el viernes siguiente a la octava de Corpus Christi, para reparar y consolar su corazón.

Para amar el corazón de Cristo, para devolverle su amor con amor, podemos amar a Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento. He aquí algunas formas prácticas de hacerlo:

  1. Recibe con amor la Eucaristía. Prepárate llegando temprano a Misa. Cuando recibas la Comunión, sé consciente de la presencia de Cristo y ofrécele actos de amor.
  2. Aprende sobre la Eucaristía. Algunas sugerencias de lectura son: God is Near us: The Eucharist, the Heart of Life [Dios está cerca: La Eucaristía, corazón de la vida], del cardenal Ratzinger, o 7 Secrets of the Eucharist [Los siete secretos de la Eucaristía], de Vinny Flynn.
  3. Dedica tiempo a meditar sobre el Sagrado Corazón de Cristo. Libros como The Devotion to the Sacred Heart [La devoción al Sagrado Corazón], del padre John Croiset, S.J. (director espiritual de Santa Margarita María), pueden servirte de inspiración.
  4. Ve a la adoración eucarística y haz una hora santa, mensualmente o incluso semanalmente.
  5. Cada vez que pases por una iglesia católica, detente y visita a Jesús Eucaristía. Si no puedes entrar, ofrece una breve oración al pasar.

Que el Corazón de Jesús, en el Santísimo Sacramento, sea alabado, adorado y amado con afecto agradecido, en cada momento, en todos los sagrarios del mundo, hasta el fin de los tiempos. Amén.


Maria Cintorino es licenciada en teología. Sus escritos han aparecido en varias publicaciones, entre ellas Homiletic and Pastoral Review, Our Sunday Visitor y National Catholic Register.